sábado, octubre 15

Sociedad contemporánea y el móvil

25 de agosto de 2015. 


Sobre la sociedad contemporánea y el móvil Ir en camión amplía mis perspectivas. Observo a las personas. Veo su ropa, luego indiscutiblemente mis ojos se posan en la constitución de su rostro y en lo que llevan consigo. Últimamente parte esencial de lo que llevan consigo es el móvil, teléfono celular. 


Pareciera ser algo que los llena, los satisface. Lo ven de manera frecuente, lo soban, lo tienen entre manos, lo tocan con los dedos. Buscan algo que no terminan de encontrar. A veces los hace sonreír. En otras ocasiones, su gran mayoría, permanecen inertes ante él. Se les ha hecho un vicio y no se han dado cuenta. Además es aceptado socialmente, la gran mayoría lo hace, porqué verlo como algo inadecuado. 


Se ha metido en la convivencia familiar y de amistad. En las mesas de restaurantes y cafeterías los móviles forman parte de los instrumentos cotidianos de la mesa. Se reúnen para platicar pero distribuyen su tiempo entre que “escuchan” a su interlocutor y consultan el móvil al tiempo que lanzan expresiones que tiene más que ver con lo que leen u observan que con lo que están escuchando. 

Se han escrito tratados sobre si las generaciones que están más en contacto con la tecnología se irán haciendo más tontas, si tendrán menos habilidades, si el uso de los medios digitales restará capacidades. Nada se ha concluido aún. Pero sí se han lanzado inferencias basadas en observaciones. 

Una de ellas es la pérdida o detrimento de la interpretación del lenguaje corporal (también llamado no verbal). Y creo que en esto sí la predicción está asertada: esa gran cantidad de personas que en lugar de ver a quien se está comunicando con ellos está viendo la pantalla, esa gran cantidad de niños que reciben una pantalla (tableta o móvil) para que dejen en paz a sus “adultos” padres, esa gran cantidad de personas que te buscan a través del móvil y si no estás pareciera que no existes para ellos… ésos sí están declinando (quisiera escribir que voluntariamente pero para ello tendrían que tener conciencia) su habilidad para comunicarse de forma no verbal. 

Si los estudiosos del proceso comunicativo tienen razón y el 90% de la comunicación está en la no verbalidad: ¿estamos comunicando menos?, ¿iremos a generar otros mecanismos para compensar la falta de lenguaje no verbal?, ¿estaremos desarrollando ya una mejor habilidad de la lengua escrita para comunicar? 


Solo el tiempo nos dará respuestas. 


No quiero pecar de tradicionalista pero en mi entorno sí cuidaré el que los niños participen de la convivencia con adultos en lugar de apagarlos con una pantalla y en mis reuniones solicitaré que me vean, me escuchen y luego, cuando me hayan dejado consulten su móvil. A ver qué pasa. 

 dfcg