martes, septiembre 10

Roal Dahl y su Jaime y el durazno gigante

Comencé a leer a Roal Dahl en un libro llamado Historias extraordinarias (1988).  En ellas encontré que los malos sufren y los buenos triunfan, que la fantasía, siempre presente, ayuda a salir adelante.

Pasé entonces a leer el libro: Cuentos en verso para niños perversos (Revolting rimes, 1983) . Debo confesar que me parecieron desagradables algunos de sus pasajes, pero que de niña me hubiera maravillado repetir esos versos para “sacar” de mi ciertos corajes que me acechaban.

Hace dos semanas con el fin de continuar con la construcción del hábito de la lectura  -aún estando fuera del país y en ausencia de libros en la lengua española-, me di a la tarea de buscar algunos en versión electrónica. Fue así como llegué a Jaime y el durazno gigante (1961).

Éste cuenta la historia de Henry James Trotter, niño inglés que tras la muerte de sus padres tiene que irse a vivir con dos terribles tías. Ellas no dejan que salga a jugar, ni conviva con otros niños, solo le dejan trabajar y mal comer, mientras ellas pasan la vida de largo.

Un día que James está llorando, un duende le regala una bolsa con unas especie de pelotitas verdes que saltan. El hombrecillo le dice que se las coma y algo maravilloso le sucederá. Al ir corriendo, James se cae y dichas cositas se caen y penetran en la tierra. A los minutos un durazno empieza a crecer en un árbol de duraznos que no había dado fruta alguna en años. Dicho durazno crece de forma sorprendente. James puede entrar a su hueso y viajar en su interior junto con una catarina, un cienpiés, tres gusanos (uno de cera y otro de luz y otro ciego), un chapulín y una araña (¡todos del tamaño de James!). El final del viaje termina en Nueva York donde cada uno de los viajantes pueden llevar a cabo sus planes profesionales y personales.

Como lo comenté anteriormente, esta historia da lo merecido a las tías malvadas y premia a quienes hacen tanto por los seres humanos: los insectos. Muestra a un niño comprometido a resolver problemas y a mantener a la tripulación viajando.

Roal Dahl es así, a lo largo de sus historias puedes ser testigo de terribles males para con ciertas personas, es cruel con quienes hacen daño y siempre le ocurre lo mejor a quienes hacen de su vida una muestra de acciones valerosas. Han sido estas descripciones quienes le han valido censura en ciertas escuelas norteamericanas.

Al leer sus relatos conoces su vida y puedes percibir que su imaginación lo salvó en diversas ocasiones de perecer emocional y físicamente.

Recomiendo su lectura para niños de más de siete años que seguramente festejarán que los malos tengan su merecido y se carcajearán por las discusiones entre el ciempiés y el gusano ciego.

dfcg