jueves, agosto 13

¿Se convierte Culiacán en un "no lugar"?

Nací en Culiacán, Sinaloa, México en 1972. Año convulso (¿hay alguno que no?) en el que los estudiantes eran vistos como criminales, los guerrilleros eran estudiantes y los gomeros hacían su agosto con este río revuelto de ideologías, donde finalmente, el rey era el dinero.

Para ojos extraños, la Perla del Humaya, no tenía nada de bella, su gente era (es) ranchera, gritona y mal hablada. Eso sí, dos ríos bajan de la sierra y la cruzan, regando su ribera con sauces, álamos y tabachines. Siguiendo su paso forman el río Culiacán que lleva agua a canales de riego que hacen crecer sembradíos en el valle de Culiacán.

Tierra rica y abundante para el cultivo de arroz, caña de azúcar, sorgo, legumbres y pues también, amapola y mariguana.

Su gente es abierta, soñadora, acelerada, fiestera, tragona y bailadora.

PERO...

La modernidad y el progreso han ido llegando, algunos creen que ha servido para traer avance a la ciudad y para embellecerla.

Yo pienso que se está convirtiendo, poco a poco y sin llegar a hacer conciencia en sus habitantes, en una ciudad más. Donde antes se ponía el circo hoy, hay un Cotsco. En pleno centro, en la tradicional tienda Novedades, hoy, un Burguer king. En el puesto de tortas, un Subway. En el salón de fiestas La estrella de la Carta Blanca, un Lowes, un Starbucks y un Carl´s Junior.

Culiacán está perdiendo identidad pero a sus habitantes no les molesta, creen que están en el siglo XXI, creando una ciudad para los "milenials".

Marc Augé (antropólogo francés) acuñó el término no lugar (1993). Con éste buscó explicar aquellos sitios en los que todo ser humano puede pasar como anónimo, lugares sin identidad, sin importancia o marcaje para quien está en ellos. El detractor del término, Korstanje, indica que dicho concepto no aporta límites claros, que finalmente un no lugar (en términos de Augé), sí tiene identidad ya que para el sujeto que está ahí tiene alguna representación y por el hecho de estar en él, establece ciertos derechos.

En el caso de los lugares citados en Culiacán, en efecto tienen un sentido para quienes llegan y hacen una transacción comercial en ellos: representa estatus el poder comprarse una artificial hamburguesa, los niños que asisten al lugar gustan del mono o del juego, solo los miembros pueden entrar a comprar. Y por otro lado, engendran derechos, son individuos cuidados por una cámara de seguridad, pagan por un alimento u objeto y de no recibirlos en calidad y cantidad solicitada pueden reclamar.

Así pues, sí son lugares.

Yo creo que Augé no ha enriquecido su término, pero de que existen los no lugares, existen. Yo añadiría que son aquellos sitios cuyo rostro es igual en cualquier parte del planeta en el que se encuentren, cuyo impacto a los sentidos es el mismo (olor, sonido, faz, colores, sabores); aquellos que no crecieron y se hicieron en el lugar sino que son imitaciones de lo creado en otros sitios, por tanto no tienen identidad; y como no tienen identidad, al estar frente a estos sitios o dentro de ellos no puedes identificar en qué parte del mundo estás; dictan, promueven un comportamiento que hace que cada persona deje de ser un individuo y se pierda en la masa, tanto el empleado como el cliente; predominantemente estos no lugares son establecimientos en los que se lleva a cabo un cierto tipo de transacción comercial cuyo beneficio será recibido por los que ya son muy ricos en el mundo Occidental.

Si Augé pudiera dar lectura a esto me gustaría saber si su observación concuerda con la mía. Y si JG Ballard me leyera (lo dudo porque ya murió) me gustaría saber si así conceptualizó los lugares de sus novelas distópicas y si por tanto, mi Culiacán está encaminando su diseño urbano para ser una de ellas.

dfcg
La ciencia ficción es un género de terror para mi...por eso la evito en la medida que mi curiosidad lo permite.