viernes, agosto 21

La neurosis de ser mamá

Supongo que para mi madre traer una hija al mundo en el año de 1972 causó preocupación. 

¿Cómo iba a formar y educar a una hija feliz y con seguridad en un mundo en el que la revolución sexual era la moda (y cuando digo moda me refiero a que estaba vigente pero que también la forma de vestir, hablar y actuar se veía afectada), ingerir droga era la tendencia y asistir a la universidad era sinónimo de convertirte en guerrillero o al menos coquetear con el socialismo?, ¿de dónde sacar dinero para tenerme en una escuela católica desde el principio hasta el final de mi educación?

Y de igual forma me tuvo y volvió a embarazarse en dos ocasiones más.

Escuchar durante mi niñez frases de boca adulta como: "todo está cada día más caro"; "¿a dónde vamos a llegar?", "estos jóvenes cada día peor", "qué barbaridad tanta violencia".

Si leemos la Biblia nos damos cuenta de carencias, traiciones y violencia. Si nos pasamos a leer sobre la Edad Media, sucede lo mismo. Si damos lectura a lo producido a inicios y mediados del siglo XX, la desesperanza e incertidumbre, es la idea central.

Así pues, pareciera que lo que experimento no es del todo nuevo.

Las neurosis se han movido. Me preocupa el tipo de alimentos y la combinación de los mismos que ofrezco a mi vástago. Me preocupa que la formación le esté dejando huellas en su cuerpo emocional, que le acosen en la escuela, que empiece relaciones sexuales de forma precoz, que no nos alcance para la universidad o que no salga en listas (todo porque leí y argumenté que la primaria no debía ser agobiadora y me he olvidado de actividades extraacadémicas), que viva en mundo árido, que no se pueda bañar en un río por el peligro de la contaminación, que viva su adultez en medio de luchas nacionalistas....que...

Lo cual me llega a concluir que los espíritus de los tiempos no mueven mucho, la preocupación ante lo no controlable forma parte de nuestra psique. De nuestro genoma humano. Lo que variará será el motivo de preocupación: a mis tatarabuelas les preocupaba que sus hijos salvaran la niñez y las inundaciones; a mi bisabuela, igual, quizá le agregamos que los revolucionarios no las fueran a violar; a mi abuela, tener para darles de comer y que fueran a la escuela; a mi madre y su generación, ya lo he explicado. Y a la mía, parte de lo relatado.

Quizá entonces en lugar de buscar soluciones para saciar nuestras preocupaciones, la solución real sería concientizar y comprender la raíz de la neurosis generacional.